Andrés Malamud: «Ninguna potencia quiere que Irán tenga la bomba atómica»

El analista internacional explicó que el peligro en Medio Oriente está internacionalmente contenido por un acuerdo de intereses entre Estados Unidos, China, Israel y Rusia.

Andrés Malamud aseguró que “ninguna potencia quiere que Irán tenga la bomba atómica” y dijo que el ataque de Israel para derrotar el programa nuclear iraní fue una acción “internacionalmente contenida”. Según el analista, Estados Unidos, Israel, China y Rusia “están de acuerdo en que no quieren lío en Medio Oriente por diferentes razones”. “Hay una condición de beligerancia permanente en esta región”, agregó en Modo Fontevecchia, por Net TVRadio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).

Andrés Malamud nació en Olavarría y se recibió con honores en la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad de Buenos Aires. También realizó un doctorado en Ciencias Sociales y Políticas en el Instituto Universitario Europeo. Vive en Portugal, donde trabaja como investigador de la Universidad de Lisboa. Es autor de libros de ensayo político como “¿Por qué retrocede la izquierda?”, “El oficio más antiguo del mundo: secretos y mentiras” y “Belleza de la política”. En referencia al liderazgo global de Donald Trump, Malamud posteó en la red social X: «El mundo nunca fue tan peligroso”

Planteaste que el reciente bombardeo a Irán es un freno o un acelerador del conflicto. Más allá de las señales que da el mercado a través de la evolución de los precios del petróleo, ¿cuáles son los factores claves para determinar si fue un freno o un acelerador y finalmente cómo afectaría a la Argentina cualquiera de estas dos alternativas?

Lo que está pasando en Medio Oriente es una vez más una tregua, pero no es la solución ni el fin del conflicto. Tenemos medido cuánto duran las treguas o el cese del fuego desde los noventa en adelante, cuando terminó el mundo bipolar, y lo que dicen las estadísticas es que más de la mitad fracasa. Eso no significa que los que tienen éxito sean definitivos, pero lo que sabemos es que hay una condición de beligerancia permanente en esta región. ¿Eso es grave para el mundo? No necesariamente, pero es grave para los que se pelean.

El mundo sufre porque el conflicto repercute en dos factores. El primero es el petróleo. La mitad de los países de esta región tiene petróleo y tiene mucho, así que exporta. Si en esta región hay guerra y dejan de exportar, el petróleo sube, todos los precios aumentan y la economía global se va al diablo. Eso fue lo que provocó las dos crisis petroleras en la década del setenta, que terminaron con algunos gobiernos en Estados Unidos y produjeron varias crisis en América Latina. Cuando había muchos petrodólares, los gobiernos latinoamericanos se endeudaron. Cuando el petróleo subió y no lo pudieron pagar, empezó a caer. Eso fue lo que tuvo que pagar Argentina en los ochenta. Estados Unidos sufría, ya no, porque se tornó autosuficiente. Ahora la que sufre es China, que es la gran potencia importadora de petróleo.

Quiero relativizar lo de que el mundo es peligroso. Por supuesto que lo es. En este caso, lo que modera ese peligro es que todas las potencias están de acuerdo en que no quieren lío en Medio Oriente por diferentes razones. Estados Unidos porque defiende a su aliado Israel y porque el precio del petróleo le puede costar una elección. China porque la economía no se mantiene estable si aumenta el petróleo y Rusia porque tiene demasiadas guerras en su mesa como para agregarle una más. Así que lo que vemos es que los conflictos se mantienen, no se resuelven, pero se contienen. Y en este caso se contienen sin posibilidad de escalar globalmente porque las potencias están alineadas en su interés de que no falte petróleo.

A eso se suma la bomba atómica. Ninguna potencia quiere que Irán tenga la bomba atómica. No lo quiere Israel porque Irán prometió destruirlo. No lo quiere Estados Unidos porque Irán es un enemigo. No lo quiere Rusia porque no confía en la proliferación. Los países que tienen la bomba atómica son nueve. Hay cuatro que la tuvieron y la entregaron, tres de ellos a Moscú, y son exrepúblicas soviéticas. Y finalmente no lo quiere China porque no quiere que se nuclearicen las potencias no nucleares con las que tiene cuitas diplomáticas, como Japón y Corea del Sur. Lo que vemos es que lo que hizo Israel fue una acción muy arriesgada, muy osada, relativamente peligrosa, pero internacionalmente contenida. Entonces lo del peligro es cierto, pero más para los seres humanos que para los estados.

Vos planteaste textualmente: «Un líder bully es malo, un líder cobarde también. Putin y Netanyahu demostraron que Trump es ambas cosas. ¿Por qué Trump podría ser un peligro para el mundo? ¿Creés que es bully y cobarde y también tonto, si es que todas calificaciones califican en este caso?

Acaba de demostrar que podía actuar diferente a lo que se esperaba de él. Lo que se esperaba de él cuando asume es que sea un patotero que se impone. Lo que descubrimos después de un semestre de gobierno es lo que en Estados Unidos llaman «TACO»: “Trump Always Chickens Out», que significa «Trump siempre arruga». Cada vez que ponía un arancel, lo suspendía. Cada vez que imponía un plazo para que se dé una guerra, le pasaban por encima y no decía nada. Él asumió prometiendo terminar dos guerras. Ahora, démosle la derecha, acaba de terminar una. Le quedan dos, las dos que prometió terminar en 48 horas. Hasta ahora lo que venía mostrando es que siempre arrugaba.

Trump

¿Qué es lo que parece que pasó en esta oportunidad? Netanyahu le sirvió la pelota servida con el arco vacío. Netanyahu aprovechó la ventana de oportunidad por la debilidad iraní y los proxies de Irán para en 48 horas descabezar la cúpula militar y científica de Irán y destrozar la capacidad de resistencia antiaérea. Lo único que no pudo lograr es penetrar la fortaleza donde estaban las instalaciones nucleares. Así que le dice a Trump: «Hacelo vos el gol, te la dejé servida, no tenés más que patear. Mandás unos bombarderos B-2, tus bombas de 13 toneladas y te llevás una victoria.» Y ahí interviene Trump, arrastrado por Netanyahu, para en vez de una victoria conseguir una tregua, que es la ventaja que él decía.

Trump se jacta de ser el único presidente norteamericano que no inició guerras y hasta ahora algo de razón tenía. Esta podría haber sido una excepción, pero no la inició él. Él puede decir que la terminó, y con eso lo que hace es tapar el fracaso de Palestina y Ucrania. Digo Palestina porque no sólo Gaza, sino Cisjordania también, donde Israel está llevando a cabo una política exterior que no era la que Trump alentaba. Trump hasta esta actuación era «TACO», siempre arrugaba. En esta actuación pareció que apreciaba una victoria regalada. Vamos a ver si tiene la capacidad de mantenerla, por lo menos con empate.

Vos escribiste también que “China es la gran potencia estabilizadora del sistema internacional mientras Estados Unidos es un productor de desorden”, algo así como si se hubieran invertido los roles que tenía Estados Unidos hace 70 años y el que tiene China hoy. Me gustaría que profundizaras un poco sobre esa potencia ordenadora que sería China.

Esto es algo que tiene sorprendidos a los estudiosos de relaciones internacionales, porque cuando hay una transición hegemónica, es decir, una potencia que emerge y desafía una potencia existente, la potencia que quiere mantener el orden es la que está arriba. La que quiere subvertirlo es la que viene a desafiarla. Y acá pasa lo contrario, porque China entiende que su emergencia se debe al sistema del cual ella se aprovechó, invitada por aquellos que lo habían fundado. A China la invitan a la Organización Mundial de Comercio y China entra y aprovecha muy bien, mientras que Estados Unidos vacía la OMC. La organización funciona con paneles de arbitraje que en este momento no funcionan porque Estados Unidos no permitió que se designen a los árbitros. Así que Estados Unidos está por dentro destrozando el sistema que fundó porque cree que lo perjudica. No hubo una reversión del sistema, hubo una reversión de la interpretación. Estados Unidos funda un sistema en 1945 y 80 años después piensa que este sistema no le conviene.

China, al revés, se une como miembro periférico, y queda fuera porque el gobierno tradicional chino se muda a Taiwán y después empieza a reingresar de a poco, porque los comunistas que asumieron en Pekín no son aquellos que habían sido reconocidos en 1948 en las Naciones Unidas. Y ahora lo que hace es mantener las aguas tranquilas porque necesita la estabilidad para mantener el crecimiento. China es un país que crece, cuando le va mal, al 4 o 5% anual y como viene saliendo de la pobreza, porque todavía no es un país rico. Necesita mantener el sistema que le permitió llegar hasta acá. Estados Unidos tiene la otra interpretación, por eso Estados Unidos se retira de las organizaciones internacionales que fundó y cuanto más se retira, más evidente queda que China no se retira, que China está dentro y la sostiene.

Te quiero traer a la Argentina ahora. Vos dijiste hace poco que el peronismo era “el partido del poder en el pasado, pero se convirtió en el partido de las efemérides, que solo mira el pasado” y que Milei mira al futuro, más allá de que ese futuro guste o no. ¿Cómo podría ser ese futuro?

Mirá qué interesante la paradoja de que Milei termina como Macri, gobernando en un mundo que no es el que pensaba. Macri pensaba que iba a gobernar en un mundo “obamiano”, en un mundo con Hillary Clinton presidenta, en la cual Occidente y las reglas internacionales coincidían. De repente, se encontró con la victoria de Trump que cuestiona las reglas internacionales, que defiende Occidente como un actor particular que está en contra de las reglas universales.

Milei quiere crear un futuro en el cual Argentina sea libre económicamente, de comercio y mercado. Y llega Trump, que no tiene la misma idea que tiene Milei de la libertad. Más bien, aunque Milei no lo crea, tiene la idea contraria. Es proteccionista, es nacionalista, es nativista y por lo tanto el mundo al que Milei se quería integrar a través de la economía libre ya no tiene la economía en términos libres, tiene aranceles, aranceles recíprocos lo llama Trump, aunque no lo sean, y se tiene que adaptar.

Milei por ahora lo viene haciendo mejor que Macri, pero Milei viene gobernando menos tiempo que Macri. A Macri le fue relativamente bien los dos primeros años, ganó la intermedia y cuatro meses después, en abril de 2018, se le cayó la estantería. Milei viene haciendo las cosas mejor de lo que se esperaba. Quizás no él, pero el público no esperaba una baja de la inflación tan pronunciada con la salida del cepo. Y le puede ir bien en la elección. Nadie espera que le vaya mal la intermedia.

La cuestión es cómo sigue un país abierto que no tiene inversiones en un mundo cerrado que no trae inversiones. Las calificadoras acaban de dejar a Argentina en la situación en la que estaba. Estamos en el nivel de calificación de Ucrania, para dejar bien claro en qué lugar estamos. No es que los capitales están confiando en el Gobierno. Aunque les guste el Gobierno, desconfían del país y este no es un mundo amigo para un país que necesita crear confianza.

Y en ese sentido, ¿encontrás algún paralelismo entre el 2018 y este 2025?

No, todavía no. Porque los gobiernos en los años impares hacen todo lo necesario para ganar la elección. Todo lo necesario: ajustan, estiran, alargan, abuenan. En este caso, lo probable es que el Gobierno haga todo lo necesario, y todo lo necesario es mantener el dólar bajo.

Perdón, me refiero al 2017. Después de las elecciones se produjo algo parecido a lo que se produjo después de 2017 en 2018.

Sí. Lo que estamos viendo es que el Gobierno está haciendo lo necesario para ganar la elección, no para que le vaya bien después de ganar la elección. Pero esto es lógico. Las políticas económicas también son secuenciales porque se tienen que sincronizar con las políticas electorales. Un gobierno que pierde no gobierna, así que tiene que ganar y gobernar. El año impar se gana, en el año par se gobierna. Pero para gobernar en Argentina y en cualquier país del mundo hace falta plata, y en Argentina no hay plata. El Gobierno la consiguió al principio con el blanqueo, después con el Fondo, con el préstamo del Fondo y ahora está buscando el plan colchón o el plan canuto que no está funcionando. Si Argentina no recibe dinero el año que viene, el plan tiene dificultades para seguir funcionando, que es lo mismo que le pasó a Macri. Por esa razón terminó en el Fondo. Milei no puede terminar en el Fondo porque ya está. La cuestión es qué hay después del Fondo.

Milei

No hay. Desde el punto de vista literario, el fondo es el fondo. Casualmente no hay fondo tras el fondo.

Eso mismo. Y por eso hace falta mucha imaginación para imaginarse qué es lo que puede pasar con Argentina después de esta elección si no llega plata. Que la calificadora nos haya mantenido en el nivel más bajo es una muy mala señal. La expectativa del Gobierno es ganar las elecciones intermedias generando la percepción de que es un gobierno que vino para quedarse y reelegir y esperar entonces cambie la calificación y la percepción de los mercados después de diciembre. Pero no hay antecedentes positivos. Por eso el Gobierno dice que esta vez es diferente porque por primera vez hay superávit fiscal, y ese es el único palo del que se pueden agarrar, porque es cierto. Pero también hay crisis con superávit, como le pasó a Chile.

Y a España. Tenía superávit fiscal en el 2007 y 17% sobre el PBI de cuenta corriente negativa. Podés tener superávit fiscal y cuenta corriente negativa que no es sustentable a lo largo del tiempo.

Exactamente. Ahí entramos en el debate entre la izquierda y la derecha. Para la derecha, para donde solo existe la restricción fiscal. Para la izquierda también existe la restricción externa. A vos te puede ir muy bien en casa, pero necesitas dólares porque hay que comprar cosas que no producís. Si los dólares no llegan por inversiones, por crédito o por exportaciones, entonces estás en problemas, aunque tengas superávit fiscal en casa.

Siguiendo ese ejemplo de la de la cuenta corriente que Milei subestima, hace dos semanas el columnista económico del diario Perfil, Carlos Burgueño, publicó que Cristina descarta que lleguen dólares. Ella dice que no va a ser una crisis como la de 1989 o como la del 2001, sino parecida a de Chile en 2018, en la que no había una devaluación ni había una crisis macroeconómica, sino era una situación de hartazgo por pérdida de calidad de vida progresiva, sostenida a lo largo de cierto tiempo. La crisis de cuenta corriente de España en el 2008 se resolvió con ajuste. No es que hubo una devaluación porque el euro era una moneda que manejaba Alemania, sino que hubo recesión. ¿Te imaginás plausible un escenario argentino en el que al no haber déficit fiscal, la crisis no signifique un desorden macroeconómico?

Sí, son excelentes las comparaciones. Me imagino algo parecido, con una adición: va a ser regionalizada. No hay dudas de que va a llegar. La economía es cíclica, siempre hay crisis. La cuestión es cómo se manifiestan y cómo se procesan. Creo que el Gobierno lo tiene claro. Después de todo, el Presidente es un economista. Me parece que su expectativa es que la crisis se exprese de dos maneras hasta ahora imprevistas. La primera es no como explosión, sino como implosión. Es decir, la gente no va a salir a las calles a voltear al Gobierno, sino que se va a voltear hacia la vida personal, hacia el delito y hacia la droga, que es lo que estamos viendo y lo que te cuentan las organizaciones sociales. El Estado no llega, la Iglesia Católica tampoco y ya empiezan a no llegar los evangélicos, porque son los narcos que se adueñan del orden público. Lo que hace la gente cuando el sistema no les da resultados es irse del sistema a la legalidad y hacer sus negocios. No culpan al Gobierno, se arreglan como pueden.

Lo otro es que es muy probable que haya algún estallido, en todo caso, pero ese estallido puede estar contenido a algunas zonas del Conurbano y puede estar orientado a los gobiernos subnacionales. En síntesis, no veo Neuquén estallando, veo Neuquén creciendo, pero me imagino algunos municipios del Conurbano estallando y al Gobierno redireccionándolos hacia La Plata, diciéndoles: «Ustedes estallan porque votaron un mal gobernador, porque fíjense cómo las provincias cordilleranas están todas creciendo con este esquema, con este modelo. El gobierno garantiza la estabilidad macroeconómica. En las provincias que hacen las cosas bien les va bien. En las provincias que votaron mal les va mal. ¿De quién es la culpa?». Si el Gobierno logra vender esta ecuación, entonces vamos a ver en Argentina mucha más informalidad, economía negra y bastante más ilegalidad, y también muchas más rebeliones provinciales, no nacionales. La bronca va a existir, pero va a estar contenida geográficamente y redireccionada hacia gobiernos no nacionales.

fiuente: perfil