Pobreza y desocupación tendrán los peores indicadores desde la crisis de 2001-2002.
El pasado 20 de marzo el Gran Salta entró al aislamiento social preventivo y obligatorio con el 45,5% de su población caída por debajo de la línea de pobreza, con el 7,9% en situación de indigencia, con un 10,3% de desocupación y con un 49,6% de informalidad laboral. Las mediciones oficiales -primera aclaración- solo abarcan a la capital salteña y sus alrededores. En el interior profundo los indicadores socioeconómicos son todavía más lacerantes.
¿Cómo quedará la provincia tras la tormenta que desató el nuevo coronavirus?
La incertidumbre con la que el mundo entero enfrenta a la pandemia es tan grande que nadie sabe, a ciencia cierta, cuándo comenzará a salir el sol nuevamente para sectores clave de la economía que quedaron completamente paralizados, como los servicios relacionados al turismo y la enorme variedad de expresiones artísticas.
La cuarentena es vital
El cumplimiento responsable de la cuarentena -segunda aclaración- es crucial para evitar que los contagios se disparen y que Salta termine siendo una de las provincias con mayor tasa de muertes, como ocurrió con la pandemia de gripe española en el invierno de 1919, por factores ecoambientales, sociales y sanitarios mucho más desventajosos que los de otras provincias de la región central.
Angustia y enfermedad
A estas alturas, y con no menos de otro mes de aislamiento por delante, muchas empresas no tienen ingresos, están con sus cadenas de pagos cortadas y ni siquiera pueden pagar sueldos y alquileres. Miles de personas sienten temor a perder sus negocios, el empleo, lo poco que tienen, el techo alquilado, la comida en la mesa y hasta su vida ante la amenaza invisible. Las enfermedades de la crisis de 2001-2002 están de vuelta.
Cuadros de estrés psicosocial, gastritis, insomnio, nervios, ansiedad y depresión preanuncian, como lo hicieron tras el corralito y la caída de la convertibilidad, que esta crisis económica de niveles históricos también impactará a mediano plazo en la salud y la vida de muchas personas.
El espejo más cercano
Las comparaciones con la crisis de 2001 están a la orden del día, y economistas que consultó este diario tienen puntos de vistas que enriquecen el debate. Es, de todos modos, el espejo más cercano con que se cuenta hoy para entrever los posibles alcances de la peor destrucción productiva desde 2001-2002 y para anticiparse, con medidas oportunas, al día después del inicio de la lenta y gradual normalización de la economía.
En octubre de 2001, el Gran Salta tenía una desocupación del 17,1%, que trepó hasta mayo de 2002 al 20,9%. A fines de 2001, en la antesala del derrumbe de la convertibilidad, el 52% de su población estaba bajo la línea de la pobreza y el 21,9, bajo la línea de indigencia. Hasta octubre de 2002 esos índices treparon al 70,3% (pobreza) y 42,5% (indigencia).
“Desde que se comience a levantar el aislamiento empezará un camino de varios años”, Lucas Dapena, economista.
“Comparando ésta crisis con la de 2001, la actual nos agarra peor parados, ya que venimos de una inflación del 50%, fuerte recesión local, con indicadores sociales que poco cambiaron desde entonces y un contexto internacional más complicado que en aquel momento”, afirmó Lucas Dapena, economista jefe de la Fundación Mediterránea en el NOA.
“Pensando en el día después al aislamiento, es necesario desde ya trabajar para reactivar la economía, empezando por sectores locales como comercio, construcción, cuentapropismo y profesiones liberales en los cuales el movimiento interno se puede potenciar, para luego seguir con turismo y demás actividades, que están más vinculados a cuestiones nacionales”, señaló el decano de Economía de la Universidad Católica de Salta.
Dapena aseguró que herramientas económicas para salir adelante hay, pero que se las debe conocer y aplicar con credibilidad para que la provincia pueda recuperarse rápidamente. “El impacto de la crisis de fines de 2001 se sintió varios meses más tarde. Si no se empieza a trabajar ya para solucionar la crisis actual, el impacto profundo se sentirá hacia fin de año y será muy duro”, sostuvo el economista del Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral).
“Habrá que recuperar lo perdido y luego mejorar los escandalosos indicadores sociales”, Lucas Dapena, economista.
“Es fundamental trabajar en la gestión provincial para que lleguen todas las ayudas nacionales, tanto a personas como empresas. Se ha dado mucho en el pasado que, por desidia o inacción, Salta no aprovechó plenamente los apoyos que Nación dio a provincias”, cuestionó.
Dapena aclaró que desde el momento en que se comience a levantar el aislamiento, empezará un camino de varios años, primero para recuperar lo perdido a causa de la pandemia, “y luego para mejorar los escandalosos indicadores socioeconómicos que posee la provincia y que reflejan nada menos que a salteños desocupados, pobres, indigentes y desnutridos”.
El investigador de la Fundación Mediterránea remarcó que “hay que aprovechar la flexibilización que dio Nación a provincias para apurar en Salta el levantamiento responsable del aislamiento en sectores económicos vulnerables y lugares de Salta que están complicados económicamente”.