El día que el coronavirus obligó al deporte a imaginarse sin hinchas

Ante el posible retorno de las competencias sin público, diferentes protagonistas reflexionan sobre el significado de competir sin aficionados en las gradas.

Jugadores de tenis corriendo una y otra vez a buscar sus pelotas. Ganchos conectados sin el eco de la multitud. Domingos de TC sin heladeras portátiles ni reposeras. Alegrías y tristezas al extremo mediatizadas. Fútbol sin grito de gol. Cuesta imaginarse el deporte sin el hincha in situ, coprotagonista de un espectáculo que, en sus variadas dimensiones y expresiones, existe porque sus ojos se posan en él. ¿Tiene sentido el fútbol sin hinchas? ¿De qué juega el público? ¿Qué tan legítimo es el derecho a alentar? Deportistas o fanáticos: ¿quién se extrañará más? La posibilidad de que las competencias deportivas se reanuden sin público, un escenario que se maneja aquí y en el mundo para intentar regresar a lo que era la vida pre Covid-19, plantea interrogantes que van desde el orden socioeconómico al cultural y sanitario hasta perderse en aguas profundas: ¿qué significarán las butacas vacías?

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“Si hablamos de romanticismo, nada más lindo que bajar del ring y, sea triunfo o derrota, poder abrazar a los tuyos. Es algo tan necesario como respirar cuando termina la pelea y, ahí, el silencio ahí no va a estar para nada bueno”, suelta Martín Coggi, protagonista superligero de uno de los deportes más escénicos que existen. Y si el teatro sólo existe junto al público, ¿qué sucede con el boxeo?

“El color del público es tan importante como el evento en sí, nunca pasa desapercibido -explica el zurdo-. Una vez fui a pelear a Catamarca con Mariano Robledo. Él era local y campeón. Toda la gente estaba de su lado. Tuve la fortuna de que, en el primer cruce, lo encontré. Gané por nocaut, inesperadamente, en 57 segundos. Fue tremendo el silencio que había y cómo nos escuchábamos nosotros nomás, los cinco que estábamos festejando. Aunque había muchísima gente, porque el estadio estaba lleno, hubo mucha soledad ese día. Fijáte si no es importante el público”.

El entretenimiento en estadios vacíos

La de las competencias sin público no pareciera ser una decisión antojadiza. Más allá de las presiones de la industria del deporte y del entretenimiento por volver a su forma anterior a la pandemia de coronavirus, las necesidades también apremian a miles de deportistas.

“Muchos compañeros míos comen cuando pelean -dice el Principito-. O mejor dicho: comen porque pelean. Imagináte el parate de todo este tiempo lo que significa en sus vidas. Incluso son pocos los boxeadores que tienen la suerte de poder entrenar en cuarentena: yo tengo un espacio pequeño, lo que hago es a duras penas, limitado, y estoy lejos de pelear a la semana de que levanten el aislamiento obligatorio. Creo que la vuelta del boxeo sin público es algo que va a pasar. Y va a ser complicado. Necesitaremos que haya mucha cautela, que se tomen todos los recaudos para que podamos estar seguros en las peleas, que se hagan bien las cosas… Pero es algo que tiene que pasar y tenemos que encontrarle la vuelta. Estamos obligados a hacerlo”.

Además de fútbol, en Vélez se desarrollan muchas otras actividades deportivas. (Alejandro Leiva)

Los clubes también son ese eslabón más débil en la escena deportiva, aún cuando se ha visto que demuestran ser de los actores más solidarios ante el coronavirus. “Cuando esto empezó, el fútbol no sabía qué decisión tomar. Y creo que hoy sigue así: se dan cuenta de que, cuando los jugadores vayan a querer cobrar, los clubes no lo van a soportar, especialmente los más chicos. Esos clubes van directo a la quiebra si los futbolistas empiezan a reclamar sus sueldos y no reciben alguna ayuda”, le cuenta a Página/12 Mónica Nizzardo, fundadora de Salvemos al fútbol, la ONG que creó en 2006 junto a Mariano Bergés para luchar contra la violencia y la corrupción en el deporte.

Esa misma causa, justamente, es la que cita Facundo Sava cuando dice que no sería inédito ni asombroso que el fútbol volviera con las tribunas vacías. “Hace como 15 años dije que nos íbamos a terminar acostumbrando a jugar sin gente, aunque no por esto sino por la violencia en el fútbol”, recuerda el entrenador de Quilmes. “Me imagino el fútbol sin hinchas porque ya lo he vivido. He estado en el primer clásico Unión-Colón que se jugó sin gente. Y también nuestro último partido, ante Gimnasia de Jujuy el 15 de marzo. Se puede jugar sin gente. Nosotros nos adaptamos a todo. Obviamente no es lo mismo, pero lo hemos pasado y hemos estado bien. ¿Cuántos años hemos estado sin público visitante y no pasó nada? Estamos tan acostumbrados ahora y en su momento parecía que no se iba a poder”, reflexiona el ex futbolista y conductor de Racing.

Sava cree que la vuelta del fútbol debiera ser vinculante al regreso de los hinchas a los estadios. “Lo que no veo lógico es que si no puede haber público, ¿por qué volverían los jugadores, que igualmente están uno al lado del otro? También en los entrenamientos estamos unos al lado de otros, jugadores y cuerpo técnico. Es imposible un fútbol sin contacto. Creo que las garantías debieran ser para todos iguales. Si el ministro de Salud o los encargados de darlas nos dicen que no nos va a pasar nada, nosotros vamos para adelante. Más vale que entiendo que también está la necesidad de los jugadores, quizás no los de Primera, pero sí los del Nacional B, la C o la D. Hay muchos futbolistas que pagan alquileres y viven al día, sin poder ahorrar. Entiendo esa necesidad y, si nos dan las garantías, encantado de que vuelva el fútbol. Lo que digo es que no sé si eso será posible”, explica el director técnico, además psicólogo social.

Facundo Sava, entrenador de Quilmes. (Prensa Quilmes)

“Creo que no se puede comparar ver un partido de tenis u otra disciplina deportiva en vivo a verlo a través de una pantalla. La posibilidad de verlo ahí, mientras sucede, es lo que mueve el deporte. Y eso es así aún cuando la prioridad sea cuidar la salud. El deporte, para nosotros, es nuestro trabajo, pero en definitiva es también un entretenimiento”, opina Nadia Podoroska, la tenista argentina mejor rankeada.

“La solución debería ir más por ampliar la distancia entre el público -agrega la número 172 de la WTA-, aunque entiendo que al principio se considere jugar sin público como lo mejor para no poner en riesgo ni a los jugadores ni a los espectadores. Y lo digo desde el lado de espectadora, porque como jugadora a mí me conviene que se reanude lo antes posible. El público, para los organizadores de los torneos, es en definitiva un pilar fundamental que los vuelve rentables”.

El derecho de ir a la cancha

El derecho a alentar, si cabe, es otro de los tantos que se ha encontrado con limitaciones desde que el coronavirus llegó a la vida humana. Mónica Nizzardo recuerda que, en la época de los estadios con tablones de maderas, también la obligaban a cumplir un protocolo bien estricto. “El partido se ve de pie y en la popular, andá al cine si querés sentarte”, le decía, mientras le agarraba la mano, su papá Ludovico, el socio que falleció antes de ver a Atlanta recuperar su sede. Fue él quien inició la lucha por los terrenos rematados en 1991, cuando le decretaron la quiebra al club de Villa Crespo.

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“El fútbol quizás tiene la particularidad de que el espectador se considera uno más allí de la cuestión social”, analiza Nizzardo, la primera dirigente de una comisión directiva argentina que denunció a un barra de su club y lo sometió a juicio oral. “Como espectadores, como hinchas, sentimos el fútbol como una parte nuestra -agrega-. Por eso existe esa cultura de hablar desde la primera persona del plural. Y a eso se debe la desesperación de muchos por estos días, de querer que al menos el fútbol vuelva, aún sin ellos, para ‘por lo menos’ verlo por tevé. Yo necesito tener el derecho de ir a la cancha, pero entiendo como ciudadana responsable que eso tal vez no se pueda por un tiempo. Toca resignarse a la postergación del disfrute desde el lugar que uno quiere”.

Por su parte, el escritor Eduardo Sacheri reflexiona: “El público es muy importante en cualquier deporte, sobre todo en el fútbol. Creo que quienes miramos fútbol, amamos mirarlo porque amamos jugarlo o amamos hacerlo alguna vez. Nuestra manera de seguir participando es instalarnos en esa periferia del alambrado para acá. Para cualquiera que frecuente un estadio, los cantos, los murmullos, los insultos, los aplausos, los silbidos, son sonidos de cancha que le dan un marco absolutamente esencial”.

Al apasionado hincha de Independiente, la pandemia lo encontró en pleno lanzamiento de su última novela, Lo mucho que te amé. “Yo entiendo que el regreso a una eventual normalidad en todos los ámbitos de la vida va a estar teñido por un montón de excepciones y rarezas -imagina el autor-. Y siento que es preferible que busquemos el modo de retornar a nuestra normalidad, aun con las deficiencias que esos retornos nos impliquen. Estaría más entre los partidarios de que volvamos sin público como una manera de empezar a volver. Eso sí: siempre y cuando los jugadores estén en la misma situación que cualquier otro trabajador. Si otros gremios de trabajo vuelven a sus labores, me parecerá bien que los jugadores también vuelvan, pero no me parecería bien arriesgarlos antes sólo por una cuestión de respetar contratos televisivos o negocios asumidos”.

El fútbol sin hinchas, un escenario cada vez más probable. (Alejandro Leiva)

Para Facundo Ardusso, piloto de Renault, la calma será clave para que los motores vuelvan a rugir en las pistas argentinas. “A nuestros hinchas les quiero decir que tengan paciencia -se adelanta-. Los hábitos van a cambiar y tenemos que aprender. Hay que ser responsables de nuestra salud y la de los demás y asumirlo como prioridad. Y por eso debemos hacer el esfuerzo entre todos: nosotros, los pilotos, no corriendo ahora, y el público no disfrutando hoy de espectáculos y más adelante no pudiendo ir a las carreras. Ya pronto vamos a poder disfrutar juntos de la pasión del automovilismo”, se sincera el campeón de Súper TC2000 en 2017 y 2018, quien extraña esas dos horas que, cada viernes y sábado de competencia, le dedica a los fanáticos fierreros que se acercan a los boxes a charlar con él o compartir un mate.

La cabeza, y el corazón, imaginándose jugadas, victorias y derrotas pantalla de por medio, vuelven y vuelven sobre la dimensión significante, quizás una de las más importantes del deporte como experiencia humana. Tanto para quienes juegan como para quienes alientan. “Me imagino entrando a un estadio sin público habiendo hecho todo un trabajo mental para que eso no me afecte -se sincera Podoroska-. Pero eso sí: al hacer un punto bueno se va a notar esa ausencia de emoción que damos los humanos. Así y todo, no creo que el deporte vaya a volverse más frío. Va a seguir siendo deporte. Pero ojalá que un estadio no tenga que estar vacío”.

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