La Semana de Mayo: ¿Qué pasó el lunes 21?

Ese lunes a las nueve de la mañana se reunió el Cabildo como todos los días para tratar los temas de la ciudad, pero al poco tiempo llegaron a la plaza unos 600 hombres armados con pistolas y puñales, portando el retrato de Fernando VII. 

Durante la Semana de Mayo de 1810 comenzaba a gestarse el germen independentista. El 21 cayó lunes. Ese día, a las nueve de la mañana se reunió el Cabildo como todos los días para tratar los temas de la ciudad, pero a los pocos minutos los cabildantes tuvieron que interrumpir sus tareas. La Plaza de la Victoria estaba ocupada por unos 600 hombres armados de pistolas y puñales que llevaban en sus sombreros el retrato de Fernando VII y en sus solapas una cinta blanca, símbolo de la unidad criollo-española desde la defensa de Buenos Aires. 

Ese grupo de revolucionarios, encabezados por Domingo French y Antonio Luis Beruti, se agrupaban bajo el nombre de la “Legión Infernal” y pedía a los gritos que se concrete la convocatoria al Cabildo Abierto. Los cabildantes accedieron así al pedido de la multitud.

El síndico Julián Leiva salió al balcón y anunció formalmente el ansiado Cabildo Abierto para el día siguiente. Pero los “infernales” no se calmaron y pidieron a gritos que el virrey Cisneros fuera suspendido. Tuvo que intervenir entonces el Jefe del regimiento de Patricios, Cornelio Saavedra, quien logró calmarlos garantizándoles el apoyo militar a sus reclamos.


La chispa de la revolución

Todo arrancó el 14 de mayo de 1810, cuandó llegó a Buenos Aires la fragata inglesa Mistletoe trayendo periódicos que confirmaban los rumores que circulaban intensamente por Buenos Aires: “cayó en manos de los franceses de Napoleón, la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español”.
El viernes 18 el virrey Cisneros hizo leer por los pregoneros (porque la mayoría de la población no sabía leer ni escribir) una proclama que comenzaba diciendo: “A los leales y generosos pueblos del virreinato de Buenos Aires.” El virrey advertía que “en el desgraciado caso de una total pérdida de la península, y falta del Supremo Gobierno” él asumiría el poder acompañado por otras autoridades de la Capital y todo el virreinato y se pondría de acuerdo con los otros virreyes de América para crear una Regencia Americana en representación de Fernando. 
Cisneros aclaraba que no quería el mando sino la gloria de luchar en defensa del monarca contra toda dominación extraña y, finalmente prevenía al pueblo sobre “los genios inquietantes y malignos que procuran crear divisiones”. 
A medida que los porteños se fueron enterando de la gravedad de la situación, fueron subiendo de tono las charlas políticas en los cafés y en los cuarteles. Todo el mundo hablaba de política y hacía conjeturas sobre el futuro del virreinato.

La situación de Cisneros era muy complicada. La Junta que lo había nombrado virrey había desaparecido y la legitimidad de su mandato quedaba claramente cuestionada. Esto aceleró las condiciones favorables para la acción de los patriotas que se venían reuniendo desde hacía tiempo en forma secreta en la jabonería de Vieytes. 

La misma noche del 18, los jóvenes revolucionarios se reunieron en la casa de Rodríguez Peña y decidieron exigirle al virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto para tratar la situación en que quedaba el virreinato después de los hechos de España. El grupo encarga a Juan José Castelli y a Martín Rodríguez que se entrevisten con Cisneros.

Al día siguiente, el sábado 19, las reuniones continuaron hasta la madrugada y sin dormir, por la mañana, Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano le pidieron al Alcalde Lezica la convocatoria a un Cabildo Abierto. Por su parte, Juan José Castelli hizo lo propio ante el síndico Leiva.
El domingo el virrey Cisneros reunió a los jefes militares y les pidió su apoyo ante una posible rebelión, pero todos se rehusaron a brindárselo. Por la noche, Castelli y Martín Rodríguez insistieron ante el virrey con el pedido de cabildo abierto. El virrey dijo que era una insolencia y un atrevimiento y quiso improvisar un discurso pero Rodríguez le advirtió que tenía cinco minutos para decidir. Cisneros le contestó “Ya que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran” y convocó al Cabildo para el día 22 de Mayo. En el “Café de los Catalanes y en “La Fonda de las Naciones”, los criollos discutían sobre las mejores estrategias para pasar a la acción.

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