Ricardo López Murphy: “Estirarán la negociación y acordarán en un punto intermedio”

“Supongo que desde el lunes comenzará una negociación y confío en que el Gobierno llegue a un acuerdo razonable; si es así, y nosotros actuamos con racionalidad en adelante, sin caer en las irresponsabilidades de siempre, podemos encontrar un camino de salida”.

El economista Ricardo López Murphy no quiso anoche analizar en detalle la propuesta argentina para los tenedores de títulos en dólares con jurisdicción en Nueva York, Londres y Tokio, que no fue aceptada. “Hay que analizarla cuidadosamente antes de opinar”, dijo en una conferencia virtual, de la que participó El Tribuno y que fue organizada por la Fundación Friedrich Naumann, y por la columnista del diario, Cyhthia Molinari.

¿Qué representa para nosotros este default virtual?
 El Gobierno argentino ha suspendido hasta diciembre los pagos de la deuda en moneda extranjera con jurisdicción en la Argentina; continuó pagando y restructurando -no siempre con buenos modales y apelando a la buena voluntad – y ahora ha presentado el plan de pago de la deuda en moneda extranjera y con jurisdicción en Nueva York, Londres y Tokyo.

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¿Es viable un acuerdo?
Antes de opinar en detalle, hay que analizar a fondo la oferta presentada en Nueva York. La clave es que los tenedores de esos bonos acepten por amplia mayoría en asamblea la propuesta. La esencia de esa propuesta consiste en bajar el flujo de lo que se paga en un 65%, que se complica mucho en el largo plazo. Si no se logra que los acreedores acepten, entramos en default. También es posible que se pida un período de gracia, unos cuantos meses, antes de ir a juicio y así ampliar los plazos para seguir negociando. Si sale favorable, con un arreglo intermedio entre lo que aspira el Gobierno argentino y lo que reclaman los acreedores, se presenta una posibilidad de solución, con buenas perspectivas, siempre y cuando hagamos las cosas como corresponden. Estamos en problemas, pero con racionalidad, podemos solucionarlos.

Hoy no sobra el optimismo…
No es optimismo; si hacemos todo bien, no entramos en crispaciones, evitamos el default y somos ordenados sabiendo a dónde ir, se van a presentar oportunidades. Lo que estamos viviendo por la pandemia es muy pero muy serio. Pero esto va a pasar; la humanidad ha logrado superarse constantemente a lo largo de la historia. El desarrollo de los últimos 200 años y el crecimiento descomunal, con reducción de la pobreza a partir de 1945 lo demuestran. Ahora, ese mundo va a hacer una reflexión sobre los errores cometidos. Uno de ellos fue la inmensa concentración de capacidad manufacturera en China. Yo creo que eso va a favorecer que haya una relocalización de empresas en otros países de Asia y América Latina. Tenemos que prepararnos para subirnos a ese tren. Si estamos en default y en conflicto, lo perdemos.

¿Cómo se explica esa autocrítica?
Hoy se le va a exigir a China que asuma responsabilidad bromatológica porque el mundo no puede estar al borde de una catástrofe por la mala dieta de una nación, con costumbres atribuibles a las brutales hambrunas del maoísmo. El mundo nos va a ofrecer una importante oportunidad y por eso es esencial no dar lugar a atavismos ni posiciones radicalizadas en la toma de decisiones. 

¿Cree que la emisión monetaria puede acercar alguna solución?
Si imprimir fuera la solución, el mundo sería un paraíso. Creo que hay medidas de emergencia que son insostenibles. Desde la Convertibilidad hemos multiplicado por 100 el valor del dólar! Yo creo que el Gobierno se encontró sin mercado y emitieron moneda para cubrir la nómina salarial. Tarde o temprano, alguien tendrá que dar la mala nueva de los recortes que habrá que hacer a los presupuestos del Estado y a los subsidios a empresas privadas. La recaudación ha caído el 50%. Una vez se puede emitir, Dos veces… no, y el problema puede ser más grave que la pandemia. Si la solución que toman es imprimir pesos, “que nos agarre confesados”.

¿Podemos caer en hiperinflación?
 No es tan rápido. Veamos la historia: en 1890, en una fuerte crisis, el presidente Pellegrini diseñó lo que luego sería la caja de conversión. Hasta 1945, la Argentina tuvo menos inflación y más crecimiento que los EEUU. De 1945 hasta 1974, no seguimos las reglas, emitimos mucho dinero y tuvimos una inflación del 30%. Entre 1973 y 1974, la crisis del petróleo derrumbó los precios internacionales y en 1975 estalló el “rodrigazo”; pasamos del 30% anual a una inflación de tres dígitos desde 1975 hasta 1988. En 1989 tuvimos la primera hiperinflación y en julio llegamos a 5.000% de inflación anual. Cuando fracasan los primeros intentos de Menem, entre marzo de 1990 hasta marzo de 1991, tuvimos 21.000 % de inflación. Las reformas de los 90 no ocurrieron por una cuestión ideológica sino porque había colapsado el sistema. En la década de los 80, el ingreso per capita cayó 25% y la inversión per capita, el 70%. Lo que venía iba a ser peor. La convertibilidad logró que la inflación fuera casi nula, con desequilibrios.

¿Y ahora?
Temo que la inflación de este año supere a la del 2019. Con emisión y sin un programa compensador, es probable que en 2021 lleguemos holgadamente a los tres dígitos. A la hiper no se llega de golpe. A nosotros, llegar a la primera nos tomó desde 1975 a 1988. Un proceso que se va acelerando y si no lo abortamos, a todos los problemas que tenemos le agregaremos otro desastre.
¿Considera que la exportación de alimentos puede ser una fortaleza? A la salida de la crisis, en el mundo habrá una gran demanda de alimentos. Ese sector privado exportador, si lo sabemos aprovechar, va a ser una ventaja inicial. Pero solo un punto de partida en un trayecto que exige resolver todos los problemas que construimos a     lo largo de años de indisciplina. 

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